A propósito de la reciente aparición de Hombres de mar , novela de gran aliento de Óscar Colchado Lucio, Enrique Planas lo entrevista para El Peruano.
Es el proyecto de toda su vida. La sumatoria de miles de apuntes sobre Chimbote, sus historias de pescadores, recuerdos del puerto y los muelles, sus primeras poesías sobre el mar, las gaviotas y los crepúsculos. A fines de la década del 60, con poco más de 20 años, Óscar Colchado Lucio (1947), influenciado por las poderosas voces de Arguedas y Ciro Alegría, quería escribir una gran novela sobre su ciudad. Y aunque el escritor pospuso por años este proyecto para narrar historias de escenario andino como “Rosa Cuchillo” o “Cordillera Negra”, sabía que el mar estaba siempre allí, esperándolo. Así, tras años de luchar contra las corrientes literarias de moda, Colchado puso punto final a su obra magna: “Hombres de mar”, una espléndida saga como ya no se escriben.
El mar es paisaje, personaje y símbolo de tu novela…
Así es. Es difícil hacer una novela sobre Chimbote. Es un mundo con tantas aristas. No sabes por dónde empezar. Ese era el reto.
Como las de José María Arguedas y Ciro Alegría, la tuya es una novela épica…
Esta novela la comencé a escribir en los años 70, cuando el ‘boom’ estaba tan vigente. Quería hacer una novela totalizante. Si bien es cierto que han cambiado los cánones de la literatura, no retrocedí. Quería terminar mi proyecto.
Un proyecto de más de 500 páginas. ¿Cuán complejo fue el proceso de escritura?
¡Por eso me he demorado tantos años! Mi aliento alcanza para cuentos o novelas cortas. Pero descubrí la clave: fusionar diversas novelas cortas en una sola, interconectadas entre ellas. Me costó mucho trabajo sincronizarlas todas. Pero se aprende.
¿Crees que la épica debería volver a la novela, que los escritores actuales han perdido ambición?
Depende del espíritu de cada uno. La forma de la novela responde a las urgencias estéticas de cada escritor.
De forma coral, los pescadores de tu novela nos cuentan su vida cotidiana, sus preocupaciones políticas, e incluso historias de aparecidos.
Gran parte de los pescadores chimbotanos procede de los Andes. Esa mentalidad mítica viene con ellos. Pueden cambiar el espacio geográfico y los tiempos, pero los mitos se van adecuando a las nuevas épocas. El espíritu ancestral andino se mantiene latente. Pero también el pescador del litoral tiene un mundo mágico detrás, que procede de los chimúes.
En la novela exploras también en el lenguaje de tus personajes, intentando recoger sus giros y acentos…
Desde mis primeros libros, siempre quise coloquializar mi lenguaje. Quizás porque he nacido en los Andes y he tenido parientes y amistades que eran grandes narradores orales. Trato de que ese lenguaje siga funcionando en el texto.
EL MAR Y LA CIUDAD
El mar tiene un carácter, un comportamiento, es un personaje más en la novela de Colchado. “Es la Mamacocha, la madre que nos proporciona el pescado y es digna de ofrendas”, afirma el escritor. Y el mar sigue siendo el mismo a lo largo de treinta años de historia peruana que atraviesan el libro.
Tu novela abarca desde la caída de Velasco hasta la marcha de los cuatro suyos. ¿Qué ha cambiado en Chimbote en tres décadas?
Ha tenido una época de auge y otra de decadencia. Cuando Arguedas en “El zorro de arriba y el zorro de abajo” habla sobre Chimbote, se vivía la época del ‘boom’ pesquero. Chimbote era el mayor puerto pesquero del mundo. Era una ciudad en la que se derrochaba el dinero, donde el pescador perdía su dinero en bares y prostíbulos. Pero tras el terremoto, el alejamiento de la anchoveta y la muerte de Banchero Rossi, la pesca sufre una crisis. Vienen las luchas en los sindicatos y todos pelean por la hegemonía. Hoy Chimbote es una ciudad más comercial, no depende solo de la pesca. Gracias a las irrigaciones, ha descubierto su rostro agrario y exportado frutas y verduras. Como una Lima más pequeña, Chimbote es un microcosmos donde se dan todas las contradicciones sociales del país.
No hay comentarios:
Publicar un comentario