A propósito de la publicación del libro Perros, gatos y lémures, Laura Sangrá Herrero ha publicado un artículo en ADN.es sobre los escritores y sus mascotas. Por cierto, me quedo con Cortazar y Theodoro W. Adorno.
FUENTE: ADN.es
Un día, Lord Byron y uno de sus perros zarparon del puerto de Londres. El can o se cayó o se quiso dar un baño, quién sabe, pero el caso es que acabó chapoteando en el frío mar. Byron le pidió al capitán que parase el barco y socorriera al animal. El navegante se negó porque sólo si el accidentado era una persona tenía un buen motivo para parar motores, así que Byron se tiró al agua y el capitán no tuvo más opción que rescatarle. Y con él, a su perro.
Como Byron, hay muchos escritores que quiere más a un animal que a sus semejantes (y no nos referimos a la zoofilia). Algunas de las relaciones más bizarras y/o tiernas entre literatos y sus mascotas se recogen en el recién editado Perros, gatos y lémures (Errata Naturae).
Ahí también se cuenta el caso de Cyril Connolly, escritor y compañero de clase de George Orwell que estaba convencido de haber sido un lémur en una de sus anteriores vidas (otras de sus reencarnaciones, según él, fueron una langosta, un melón y Arístipo). Por eso se rodeó de lémures a los que trataba como personas, sin reparar en la gente que le criticaba por esas deferencias con los animales.
Salvo algún caso extravagante como éste, la mayoría de los escritores tuvo como mejor amigo a un perro o un gato. Los primeros, por leales; los segundos, porque hacen la compañía necesaria sin invadir la soledad que muchos buscaban.Jane, la esposa de Paul Bowles (el que hizo de su casa un verdadero zoo), escribió sobre las razones por las que los gatos no pueden estar juntos, y son extrapolables a las que esgrimía para defender que dos escritores no pueden compartir pupitre: "Ninguno de ellos consigue la atención que desea y exige". Quizás por eso, escritores y felinos se entienden tan bien desde siempre.
LOS ESCRITORES Y SUS MEJORES AMIGOS
William Burroughs
Un sapo era su mascota de niño, aunque en casa lo que abundaban eran las ratas. Ya viudo (disparó a su mujer), decía que cuando sus gatos se ausentaban, sentía muchas ganas de llorar y a menudo lo hacía.
Truman Capote
"Querido Charlie: aquí todos los perros tienen miedo y pulgas, no te gustarían nada. Te echo de menos. ¿Quién te quiere? T (quién si no)", le dijo el autor de A sangre fría a su perro en una de las notas que le mandaba yendo de viaje.
Paul Bowles
Su esposa, Jane, y él tenían un auténtico zoo en casa: un gato, un pato, un armadillo, dos coatíes, un ocelote y un loro, llamado Budupple, que el escritor siempre llevaba con él. De joven Bowles se autorretrataba como un loro.
Virginia Woolf
Siempre hubo perros en su vida, por eso la alusión a ellos en sus obras era constante. Grizzle y Pinka quizás fueron sus favoritos, y tenía costumbre de llevarlos a todos lados, aunque a los demás les molestara.
Julio Cortázar
El de Rayuela bautizó como Teodoro W. Adorno a un gato callejero de su lugar de veraneo que iba a su puerta a por comida.Al año siguiente, al escritor se le "mojaron los ojos como a un imbécil", dijo, al reencontrarse con el felino.
Ignacio Martínez de Pisón
Recuerda que su primera mascota fue una tortuga a la que su padre,"creyendo que era una piedra, partió por la mitad con el cortacesped". Luego llegaron un canario que reventó de tanto comer y dos patitos destructores.
ENTREVISTA
Irene Antón, coeditora de Perros, gatos y lémures: "Consuelan al editor en su soledad"
¿Por qué felinos y literatura van tan juntos?
A menudo escriben en casa, donde está el animal. Él se convierte en depositario de lo que el autor no osaría compartir con nadie más.
¿Algunos disfrutaron más de la compañía animal que de la humana?
Sí, los autores tienen una relación particular con sus animales, en muchos casos por su trabajo solitario.
¿El más excéntrico?
Cyril Connolly paseaba a varios hurones por París, en particular a una hembra, y la llevaba a los restaurantes (donde ya conocían su plato favorito). Luego tuvo dos lémures, convencido de que lo fue en una anterior encarnación.
¿Qué buscan en ellos los escritores: un reflejo, un psicólogo o compañía?
Todo a la vez. Los animales consuelan al escritor en su soledad, y le hacen compañía. Pero también le unen con la naturaleza, como veíamos con Connolly.
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