Rodrigo Nuñez Carvallo nos advierte de las implicancias que traería la posible - espero que no - victoria de Keiko Fujimori.
...
Votar por Keiko es una trágica involución. Es votar por el pasado más negro de la República. Es premiar el robo y el asesinato como armas del poder. Es devolvernos al cinismo y la mentira. Es encontrarnos de nuevo a Montesinos suelto en plaza. Es regresar a los escuadrones de la muerte y a Martin Rivas escapando por una ventana del congreso para no ser investigado. Votar por Keiko es volver a ver un presidente paseando entre cadáveres de terroristas ajusticiados ilegalmente. Es retornar al baile del Chino trasladando la carceleta de la DIROES al salón dorado del palacio de gobierno. Elegir a Keiko es profundizar el desprecio eterno a las madres esterilizadas por su condición de pobres. Es ver más campos degradados por las mineras, más sueldos carcomidos por los services. Es el gas a 40 soles en Cusco y el consorcio Camisea robándose la riqueza de todos los peruanos.
Cerremos de una vez ese ciclo maldito de insurgencia delirante y de sucio autoritarismo. Nos merecemos los peruanos una democracia verdadera. Escuchemos la voz de los intelectuales: Vargas Llosa, Julio Cotler, Cueto, Oswaldo Reinoso, y prácticamente todos los escritores y artistas han alertado contra la vuelta del fujimorismo. Lo que está en juego en nuestro país es la ética como principio rector de la vida social. No dejemos que un partido de delincuentes, comenzando por su jefe, tome de nuevo por asalto el estado para mancillar la democracia. Pudieron hacerlo con relativo bajo costo en 1992 porque estábamos hartos de las bombas y la hiperinflación. Pero ahora el fujimorismo tiene medio país en contra. Tal polarización es peligrosísima de ganar Keiko. Es prácticamente la partida de nacimiento de una guerra civil futura. La decencia no se amilanará frente a la impudicia política. No llevemos el país al borde del abismo. El fujimorismo no sabe de consensos, quiere todo el poder para sí y valiéndose de todas las armas, incluso las vedadas.
Ya conocemos a Martha Chávez, la boca de medio lado del japonés embaucador, la doble faz del Opus Dei y de Rafael Rey, quien solo ayer solo dijo que las esterilizaciones no fueron forzadas sino sin consentimiento. La palabra como trampa y la trampa como norma de conducta. No, no regresemos a la caverna. Votemos por Ollanta. La neutralidad solo favorece a las fuerzas más oscuras. Necesitamos un gobierno amplio, que vaya desde Mario Vargas Llosa, y Toledo, hasta Mario Huamán y los movimientos regionales. Un gobierno de concertación, que no vea el estado como botín, ni la democracia como coartada.
No dejemos que la ultraderecha más ladrona de la historia peruana nos gobierne, pues agudizara las contradicciones de tal manera que nacerá otro Sendero, que hará lo propio. Este péndulo espantoso debe ser erradicado este domingo. Los extremos son perniciosos. Conducen siempre a la muerte, a la destrucción del enemigo y de todo el escenario. Solo Ollanta, que ha dejado su programa radical para encabezar un bloque histórico más amplio, puede conducirnos a una verdadera democracia y modernidad.
No elijamos a Keiko. Pasemos la página. Ni Sendero, ni Fujimori. Algo distinto. Sí al cambio concertado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario