Año del centenario de José María Arguedas

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domingo, 23 de mayo de 2010

Cuentos completos de Ribeyro ...



FUENTE : LaRepublica.com

Publicación de España incluye todos sus relatos. La edición La palabra del mudo reúne también sus cuentos olvidados, desconocidos y un inédito.


Carlos Villanes Cairo. Madrid.

A más de 80 años de su nacimiento y a 15 de su viaje definitivo, Julio Ramón Ribeyro es un valor en alza y la crítica lo integra en la trilogía más importante de los cuentistas hispanoamericanos junto a Julio Cortázar y Jorge Luis Borges. Es motivo de homenajes y coloquios internacionales, se reeditan sus libros y su figura de clásico de la narrativa corta en español ya nadie discute.


En el Perú, la obra de Ribeyro no tiene parangón en el relato breve, salvo en el siglo XIX con la de Ricardo Palma. Ambos tienen a Lima como gran escenario, pero bajo maneras diferentes de sentir e interpretar la esencia humana y social de la vida.


Sus “cuentos completos” aparecieron por primera vez en España en 1994 y luego en el 2000, con varias reediciones, pero es ahora cuando la salida de La palabra del mudo (Barcelona, Seix-Barral, 2010, 1035 pp) parece haber tocado techo. Incluye 6 cuentos olvidados, 3 desconocidos y un inédito, además de los agrupados en sus 8 libros que van desde Los gallinazos sin plumas (1955) hasta Relatos santacrucinos (1992).


“Surf”, que permanecía inédito, fue el último cuento que escribió Ribeyro, el 26 de julio de 1994, 5 meses antes de su muerte. Bernardo, un sexagenario barranquino, se instala en su nueva casa y en su soledad, invita a jóvenes amigos, aunque su ansiedad no se calma porque descubre la belleza y gracilidad de los surfistas, de los que montados en una tabla desafían a las olas y a la muerte contra los acantilados. El hombre, de total factura ribeyriana, sube a una tabla y cabalga hacia la eternidad.


Los “cuentos olvidados” de Ribeyro y ya publicados en La palabra inmortal (1995), editado por Jorge Coaguila: “La vida gris”, la historia de un hombre que de la cuna a la tumba siempre fue nadie; “La huella”, la persecución de un reguero de sangre que conduce al protagonista a descubrir su propia muerte; “La careta”, a falta de una máscara Juan se pinta la cara y finalmente obligado a quitársela le desgajan la piel con un final espeluznante. “La encrucijada” –un viajero busca la ciudad soñada, llega a la intersección de un camino y se equivoca, como todo en su vida– es el cuento más bello, simbólico y logrado del conjunto. “El caudillo” es el relato de un hombre obligado a ser solidario por su musculatura, y en pago recibe el desdén y la burla. Y “El cuarto sin numerar”, el retorno onírico de un adulto a su niñez, con un testimonio material traído del más allá. Todos ellos, escritos entre 1949 y 1956, no aparecieron en su primer libro.
Entre los desconocidos figuran: “Los huaqueros”, 4 buscadores de tesoros son descubiertos por la policía que en vez de arrestarlos los animan y al no descubrir nada huyen; uno de ellos se lleva, muy feliz, del aparente botín, un cajón de madera para hacer leña. “El abominable” es el principio de una novela inconclusa, sobre un supuesto hombre de las nieves en la sierra central; y “Juegos de la infancia”, un fragmento de la autobiografía de Ribeyro no incluido en su libro, tal vez por el tinte racistoide de “los cholos que hollaban su espacio.” (p.1016)


Sencillo, agudo, poético, desencantado vocero de los seres anónimos y anodinos, diseccionador genial del hombre gris, Ribeyro es un clásico en ascenso.


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