Año del centenario de José María Arguedas

Año del centenario de José María Arguedas

domingo, 14 de octubre de 2012

"Que los dioses te sean propicios", por Gustavo Faverón.



 

Hace muchos, muchos años, cuando era chico, salí por algunos meses con una estudiante de psicología de la Católica, una chica linda, inteligente, indecisa, de grandes y rápidos entusiasmos. Le gustaba la poesía. Le leí los poemas de mis autores favoritos.

Le llamaron la atención, sobre todo, los de Antonio Cisneros. Su preferido era un poema muy corto, escrito con ese tono de parodia clásica que Toño usaba, indistintamente, en sus poemas más irónicos y en los más personales.

El poema era una celebración al nacimiento de su primer hijo, un poema de bienvenida al mundo. La chica lo aprendió de memoria (son apenas cuatro líneas). Poco después terminó conmigo. Años más tarde supe que se había casado. Se había casado con el primer hijo del poeta Antonio Cisneros.

Corrieron más años. Una noche conocí a Toño. No recuerdo si fue después del matrimonio de Alonso Rabí o si fue tras la presentación de un libro de Fernando Ampuero (ambas cosas sucedieron en la misma época y a las dos asistí, digamos, como testigo), un grupo de amigos subimos a un automóvil para ir a la casa de alguien. En el automóvil estábamos apiñados yo y una serie de personas demasiado grandes para un solo carro: Alonso Cueto, que manejaba, Fernando Ampuero, Antonio Cisneros.

Le conté a Toño la historia que les acabo de contar, sobre la chica de hacía años, que ahora era su nuera. Le divirtió. Me dijo: "Sobrino, uno no puede andar por ahí leyéndole a las chicas poemas ajenos. Esas cosas siempre cobran vida propia". Esa noche me dijo, también, que yo de perfil parecía un judío de Israel, un sabra, o un apóstol bíblico, lo que era lo mismo, pero que de frente parecía un ateo descarado; que ser ateo estaba muy mal pero que, en medio de todo, él podía respetar el descaro.

Conocer a Toño Cisneros era una cosa muy especial para mí. Cuando estaba en tercero de media, mi mamá me había dado libros suyos, libros de Mario Vargas Llosa y libros de Alfredo Bryce, para que conociera un poco de literatura peruana contemporánea: los libros de Vargas Llosa y Bryce habían sido publicados ese mismo año: eran La guerra del fin del mundo y La vida exagerada de Martín Romaña.

El de Toño, en cambio, era una rara compilación de poemas antiguos, que por algún motivo no habían aparecido en sus libros anteriores. Se titulaba Agua que no has de beber, y era de 1971. Fue el primer libro de poesía que leí sin que me lo hubiera ordenado un profesor. En los siguientes cuatro o cinco meses leí todas las novelas de Vargas Llosa, todos los libros de Bryce y todos los poemarios de Toño. Y mi vocación quedó sellada.

Así que a Toño Cisneros le debo, como a los otros dos, buena parte de lo que soy ahora y de lo que hago ahora. Cuando publiqué mi novela El anticuario quise reconocer esa deuda anteponiéndole al texto un epígrafe de Toño, tomado del poema "Oración":

Cómo hablar del amor, de las colinas blandas de tu reino,
si habito como un gato en una estaca rodeada por las aguas,
Cómo decirle pelo al pelo
diente al diente
rabo al rabo
y no nombrar la rata.

Y cuando nació mi hija Zoe, me fue imposible no recibirla con las palabras de aquel mismo viejo poema que Toño escribió para su hijo:

Oh tu líquida y redonda habitación:
la cómoda, la bien dispuesta, la armoniosa.
Y de pronto en el aire de las cuatro estaciones y los dioses:
que los dioses te sean propicios.

Antonio Cisneros no fue simplemente uno de los mayores poetas en la historia de las letras peruanas: fue una señal de su tiempo y un poderoso motor en el viaje de esa poesía en la segunda mitad del siglo veinte.

Fue ideológica y estéticamente complejo: en sus libros se reúnen elementos muy disímiles: un marxismo heterodoxo; una suerte de utopía garcilasista que si bien a veces vira hacia lo aristocratizante, otras veces se introduce felizmente en lo popular; un afán constante de mestizaje cultural; un historicismo preocupado y punzante; una poderosa unción religiosa que sólo es contenida a veces por la ironía, y una forma única de revisión de los diversos modelos del clasicismo y del barroco que jamás, pese al tono de parodia, se permite la simplificación de descartar o malbaratear esos modelos.

Su poesía no solo está atravesada de ideologías que al común de nosotros nos parecerían contradictorias. También es una consciente reflexión sobre ellas y sobre el asunto mismo de la ideología. Uno de sus poemas más bellos se aproxima al tema de manera conmovedora (porque una de las maravillas de Toño fue su capacidad de conmover profundamente con la discusión filosófica, de convertir la discusión filosófica en lo que nunca debe dejar de ser, finalmente, es decir, en una discusión sobre nuestras propias pequeñas vidas):

Si los hombres viven en la barriga de una ballena
sólo pueden sentir frío y hablar
de las manadas periódicas de peces y de murallas
oscuras como una boca abierta y de manadas
periódicas de peces y de murallas
oscuras como una boca abierta y sentir mucho frío.
Pero si los hombres no quieren hablar siempre de lo mismo
tratarán de construir un periscopio para saber
cómo se desordenan las islas y el mar
y las demás ballenas -si es que existe todo eso.
Y el aparato ha de fabricarse con las cosas
que tenemos a la mano y entonces se producen
las molestias, por ejemplo
si a nuestra casa le arrancamos una costilla
perderemos para siempre su amistad
y si el hígado o las barbas es capaz de matarnos.
Y estoy por creer que vivo en la barriga de alguna ballena
con mi mujer y Diego y todos mis abuelos

Su obsesión con los nacimientos y los cementerios, por ejemplo, parece barroca, y hondamente cristiana, y sin embargo él la convierte en una reflexión perpetua sobre la historia, sobre las reiteraciones y los ciclos de la historia, desde una perspectiva que sólo su fe salva de ser enteramente materialista. Nacimiento y muerte son las señales del tiempo: son ingresos en esferas inesperadas. Hoy que él entra en una de ellas, hay que pedir que los dioses le sean propicios.
 

Vuelve "El pez de oro" ...



 

 Una muy buena noticia: El pez de oro, de Gamaliel Churata ha sido editado por Cátedra para su colección Letras Hispánicas. La edición y el estudio han sido realizados por Helena Usandizaga, docente de la Universidad Autónoma de Barcelona. Ahora queda esperar su llegada a las librerías limeñas.


 

Entrevista a Carlos Rengifo...



A propósito de la aparición de su más reciente novela, El dolor en los labios, Carlos Rengifo es entrevistado por Carlos Sotomayor para el blog  Letra Capital.


Fuente: LetraCapital 

¿Cómo surge El dolor en los labios?
Surge de mi viaje a Huamanga, a un encuentro de escritores al que me invitaron. Y me llamó la atención una ciudad tan tranquila, calurosa, con gente muy amable. Pero también me llamó la atención la misma ciudad: su arquitectura, sus iglesias. Entonces, comenzamos a recorrer la ciudad. Y también por una idea de Willy del Pozo, quien quería que los escritores escriban cuentos ambientados en Ayacucho. Pero a mí me interesaba más escribir una novela. Conocí, entonces, a una chica, una estudiante que me comenzó a su contar su vida, un poco trágica, pero de una vivencia actual. Ella no conocía nada de Sendero ni de lo que había pasado. No sabía, incluso, quién era Edith Lagos. Me llamó la atención esa historia y de allí partió la idea. Y ya con la idea de que debía estar ambientada en Huamanga, me puse a pensar en qué personajes importantes o destacados podían entrar en la novela, porque quería hacer una novela de mujeres.
Y así aparecen las tres protagonistas de la novela…
Sí, la primera idea era la chica estudiante, que se convirtió en Evangelina en la novela. Pero quería matizar eso con la historia de Huamanga. Entonces, me puse a pensar primero en Edith Lagos, que era algo más reciente, de los años 80, la época del senderismo. Y quería hacer un contraste con un personaje emblemático ayacuchano: María Parado de bellido. Se me vinieron, entonces, esas tres mujeres a la cabeza y quise hacer una historia que combinara las tres historias de estas mujeres. La novela es la historia de estas tres mujeres que viven en Huamanga pero en distintas épocas. Mi idea era hacer un poco protagonista a la ciudad.
Tres mujeres que tienen algo en común, a pesar de vivir épocas distintas…
Digamos que lo común que tienen es la violencia que han padecido, de distinta manera, y que han logrado salir de ella a su manera.
¿Definiste la estructura desde el inicio?
Sí, desde el inicio. Tenía las tres protagonistas y me puse a pensar de qué manera las voy a presentar. Cómo voy a hacer esto si son historias de épocas distintas. Entonces, me plantee esta estructura de hacer pequeñas viñetas e irlas combinando. Así sale la estructura, intercalando las viñetas.
Para reunirse al final…
Claro, la idea era que se reunieran. Iba contando las historias de forma paralela pero no sabía cómo juntarlas. Pero al final salió de manera natural.
Si uno repasa tus novelas la presencia de personajes femeninos protagónicos es una recurrencia. ¿A qué se debe eso?
Porque siempre me interesaron las mujeres. Viví rodeado de muchas mujeres en mi familia: tengo tías, primas. Y siempre, por ejemplo, que leía un libro o veía una película me llamaba la atención la mujer como personaje. Porque me parece que la mujer como personaje es más rico. Y tal vez lo digo yo como hombre. Las mujeres como personajes son ricos en matices, psicológicamente. No es que me haya propuesto escribir sobre ellas, me salió de manera natural.
Tengo entendido que Ediciones Altazor reeditará en breve la novela con la que ganaste el Premio del BCR.
Sí, El jardín de la doncella, que me parece que ya salió, va a estar en la Feria del Libro Ricardo Palma. Es una novela histórica, ambientada en Lima en el siglo XVII. Es la vida de una beata, desde que naca hasta su muerte. Y hay también en la novela un trabajo de lenguaje, porque he tenido que explorar el habla de esa época. He tenido que leer archivos y meterme un poco en ese mundo para recrear históricamente esa época y mostrarla de manera verosímil.

viernes, 17 de agosto de 2012

Inauguración de Librería Sur ...







Inauguración :

Jueves 24 de agosto a las 7 de la noche, en Pardo y Aliaga 683.





Entrevista a Leopoldo Brizuela ...





Hace unos días estuvo en Lima el escritor argentino Leopoldo Brizuela para presentar su novela Una misma noche , Premio Alfaguara 2012. Comparto esta entrevista que le realizó Pedro Escribano para La República .


FUENTE: Diario La República


Era un niño cuando fue testigo de una operación de rastrilllaje en su edificio durante los años de la dictadura. Tuvo miedo y solo optó por tocar el piano. Leopoldo Brizuela, ganador del premio de Novela Alfaguara 2012 con Esa misma noche, recrea esa experiencia y la extiende a la vida argentina tras el horror de la dictadura del general Rafael Videla.
-¿La novela da cuenta del miedo que ha sedimentado la dictadura argentina?
Sí, del fondo, de la superficie, de lo profundo. Es el gran enigma de por qué se tiene tanto miedo, por qué ha quedado el miedo y, sobre todo, cómo ese miedo nos condiciona. El personaje está guiado básicamente por esa intención, el de tratar de encontrar en sus memorias las razones por las que se tiene tanto miedo y con la esperanza que ese miedo deje de movilizarlo.
-El personaje, el periodista y escritor Leonardo Bazán se convierte un detective en este policial.
Sí, claro, exactamente. A mí me encantan todas las novelas policiales. Hace mucho que en el policial se preguntan qué nuevos personajes tienen que aparecer, porque, bueno, ya los personajes viejos, de las novelas policiales tradicionales, son poco creíbles. Que un detective está dispuesto a jugarse por un enigma ya nadie se la cree. En cambio, el escritor que quiere investigar en su propio pasado y, sobre todo, para escribir una buena novela, me parece que era un detective muy convincente.
-Ha dicho que esta novela no sobre la dictadura, sino de un hecho que pasó en tiempos de la dictadura.
Es verdad, yo creo que lo que me interesaba más que nada al escribir era la vivencia de un chico de 9 años que está a punto de entrar al grupo de los varones, en la masculinidad adulta, y lo que el adivina, lo que él va percibiendo en la sociedad adulta. Por supuesto, vivo como todos esto que es universal, pero, claro, eso se ve más claro  en las dictaduras y las guerras.
-Bordea sutilmente lo que son las secuelas de la dictadura.
Sí, porque, además, la novela no enfoca los hechos o los episodios más habituales, ni siquiera derramamiento de sangre. Recuerdo la experiencia de las personas, y de ellas salieron esas pequeñas cosas por las que también se cuela el horror, como pequeñas vivencias cotidianas, que ni siquiera integrarían historias,  ni prontuario, ni nada, pero  permitieron que se colara el horror en cada uno de nosotros.
-Un horror que, sin embargo, otros buscan callar, silenciarlo.
Algunos porque les parece vergonzantes y cuesta pudor y, sin embargo, ha habido gente que la pasó tanto peor.
-¿Y por qué callarlo?
Bueno, siempre encuentran un pretexto, una excusa para eso y no se animan a enfrentar el horror, solo algunos se animan. El periodista, el escritor sí está obligado a no callar.
-¿Una novela que aviva la memoria sobre la dictadura?
Lo que yo digo a partir de esta novela es que yo creo que la memoria siempre está a veces consciente y a veces no, pero está para no dejar que las cosas se repitan. Pero en la novela existe un montón de cosas por la culpa y por el miedo. Algunas veces por miedos reales, y otras por miedos agrandados o imaginados. “Te va a pasar algo tremendo”, me decían.
-¿Y su novela apareció cuando se ventilaban juicios contra personajes de la dictadura?
Sí, esos juicios también sirven para ver cómo reaccionan los ciudadanos y cómo se acuerdan de sus propias cosas. Mi personaje a cada momento está reenviado hacia su pasado.
-¿Cuál es su vecindad o relación con la narrativa peruana?
Bueno, están los clásicos, entre ellos, soy devoto de Julio Ramón Ribeyro desde hace muchísimo. Con todo mi respeto para Vargas Llosa, pero pasión siempre será para Ribeyro.
-¿Qué hallas en Ribeyro?
Es el Chéjov sudamericano. La sutileza, la humildad, la modernidad a pesar de que digan que es un escritor tradicional. Pero no, si uno compara un cuento de él con el primer capítulo de Conversación de la catedral, parece que fuera más tradicional, pero es de una simpleza conseguida con mucho trabajo y profundidad.
-¿Cuándo conoció a Ribeyro?
En 1999, me lo recomendó la escritora Cociancich. Parece que a Bioy Casares le gustaba mucho Ribeyro.
-¿Le consta eso?
Sí, porque Cociancich era íntima amiga de Bioy, y Bioy le recomendó a Ribeyro.
Datos
EL AUTOR. Nació en La Plata en 1963. Estudió Letras en la Universidad de La Plata, Además de escritor es traductor. Este año ganó el Premio de Novela Alfaguara 2012.
OBRAS. Novelas: Tejiendo agua, Inglaterra. Una fábula, Lisboa. Un melodrama, Los que llegamos más lejos (cuentos) y Fado (poemas).

Tercer concurso de cuento y poesía Manuel Scorza ...












BASES DEL CONCURSO

1.- Podrán participar todos los alumnos que estén matriculados en el pregrado de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (salvo los ganadores, primeros y segundos puestos, de las dos versiones anteriores del concurso).
2.-El tema es libre.
3.-Los textos deberán ser originales e inéditos. De haber sido presentados en versiones impresas o virtuales, en algún otro medio o concurso, la descalificación será inmediata.
  • Cuento: Se presentará un relato. La extensión máxima será de quince páginas y deberá presentarse digitado por una sola cara en papel A4, a espacio y medio, en letra tipo Arial punto 12.
  • Poesía: Se presentará un conjunto de poemas. La extensión máxima será de veinte páginas y deberá presentarse digitado por una sola cara en papel A4, a espacio y medio entre líneas, en letra tipo Arial punto 12.
4.-Los participantes concursarán bajo seudónimo.
5.-Los trabajos se presentarán en papel –tres ejemplares legibles, numerados en el extremo inferior derecho y engrapados-. Los ejemplares deberán estar dentro de un sobre tamaño carta o similar cerrado, cada uno; en el exterior, deberá estar consignado el correspondiente seudónimo y el título del cuento o conjunto de poemas. Cada ejemplar impreso deberá contar con una carátula en la que se consignará el nombre del cuento y el seudónimo del participante. Además, en el interior, deberá estar un sobre pequeño con los nombres y apellidos del autor, lugar de nacimiento, domicilio, dirección electrónica y teléfono (fijo y/o móvil).
6.-Los trabajos deberán ser dejados en la oficina del Tercio Estudiantil Minoría -3er piso de la FLCH– Ciudad Universitaria.
7.-Serán premiados los dos (2) mejores trabajos en cada una de las categorías, además de tres menciones honrosas. Los premios serán: 1er Puesto: Diploma y 500 nuevos soles; 2do Puesto: Diploma y 300 nuevos soles; y menciones honrosas: Diplomas.
8.-El fallo será inapelable y se dará a conocer el día 16 de noviembre por medio de la Red Social del Grupo de Estudios Literarios Latinoamericanos. El grupo se reserva los derechos para la primera edición de los trabajos por el periodo de un año.
9.-Finalizado el concurso, los trabajos recibidos que no hayan resultado ganadores serán destruidos.
10.-Cualquier caso no previsto en las presentes bases se resolverá a criterio del Jurado Calificador y de los organizadores.
11.-En caso de que algún ganador no pueda estar presente el día de la premiación, tendrá un plazo de quince (15) días útiles para contactarse con el Comité Organizador y coordinar una posterior entrega del premio. La programación de dicha fecha será decidida por los organizadores.
12.-La participación en este certamen implica la aceptación de todos los puntos antes señalados.
  
CRONOGRAMA:
Convocatoria: Desde el 3 de agosto hasta el 22 de octubre.
Resultados: Lunes 26 de noviembre.
Premiación: Jueves 6 de diciembre.

ORGANIZA:
GRUPO DE ESTUDIOS LITERARIOS LATINOAMERICANOS-UNMSM

AUSPICIADORES:
  • Tercio Estudiantil Minoría – Participemos por Letras.
  • Asamblea Universitaria.
  • Consejo Universitario.
  
CONSULTAS E INFORMES:            
grupodeestudiosliterarios.acp@gmail.com
tercerconcursomanuelscorza@gmail.com     



lunes, 16 de julio de 2012

Disco-libro "Cascabel" de Jorge Millones ...

 

 

Producido y editado por Kskabel Producciones con colaboración del Instituto de Estudios Críticos del Sur Andino, del Programa de Democracia y Transformación Global y con el auspicio del colectivo Séptima Cuerda. En un formato de 20 por 20, diagramado por Daniel Ochoa y con fotos e imágenes de Jorge Miyagui, Mauricio Delgado, Reenzo Velásquez, Miguel Gutiérrez entre otros artistas, Jorge Millones nos presenta un libro con una muy bien cuidada edición. Presentado por Chalena Vásquez y prologado por el antropólogo Ramón Pajuelo, Cascabel es un collage cuyo eje central es la lucha por la tierra y el agua de los pueblos andinos y amazónicos. A través de las vivencias y vicisitudes de personajes como Juan Mamani, Susiflor Choquehuanca, Pepe Ramos, Silverio Gómez entre otros, se revelan una serie de complejos conflictos sociales entre el poder de las transnacionales extractivistas, los medios de comunicación y el Gobierno, frente a los pueblos de la selva, las comunidades altoandinas y los barrios populares más pobres de la urbe. El tema de la contaminación minera o la represión de los pueblos en el llamado “Baguazo”, son el telón de fondo por donde circulan estas historias de vida. Justamente los sucesos de la “Curva del diablo” son narrados en la parte central del libro en clave política, pero con un leguaje místico-poético que alude a la religiosidad de los pueblos originarios. Sazonan las historias algunas reflexiones sobre la criminalización de la protesta y la gestión del miedo, el tema de la mentira y una serie de pequeños textos sobre el poder. Hay una sección más bien romántica y divertida, en donde la ironía y el amor se entremezclan. Así mismo, al final, se podrá encontrar un cancionero de todos los temas del disco. Cabe resaltar el notable epílogo escrito por el filósofo Zenón Depáz, así como la historia oral recogida por el maestro Manuel Acosta Ojeda sobre Pinglo y Mariátegui.  El carácter distintivo del disco es la fusión, si bien la forma literaria de las canciones se enmarcan dentro del talante de la trova o crónica cantada, las formas musicales transitan por diversos géneros: el folk, el rock, la cumbia, la rumba, el pop y ritmos afrolatinos. Toda esta propuesta se apoya en la música tradicional peruana, en especial la rítmica del huayno y otros ritmos andinos. Cabe resaltar, la inclusión del valse peruano jaranero célebre en la primera mitad del siglo XX. Las historias que recorren el disco están en concordancia con las historias del libro, casi podríamos decir que son complementarias y se pueden agrupar en dos grandes temas: canciones de corte romántico y canciones de corte social-político, aunque estos dos ámbitos (el romántico y el político) se entremezclan en cada canción. De las canciones de este trovador peruano podemos destacar Yacumamá vencerá, El gobierno del amor, El que la sabe hacer, En una noche estrellada y Cascabel. La dirección musical estuvo a cargo de Javier Lazo y cuenta con la participación de reconocidos músicos del medio como Francisco Chirinos, Laura Robles, Dante Oliveros, Mila Castillo, Mario Cuba, entre otros. Intervienen también Daniel F, Rafo Ráez y Piero Bustos. Mezclado y masterizado por Álvaro Hurtado.
 Puedes conseguirlo en nuestras oficina: Jr. 6 de Agosto 838, interior E o escribiendo al  correo: millonesjorge@gmail.com




Alejandro Filio en Lima !!!!

"Ampuero: Cuentos, relatos, artículos ... y poemas" , por Gabriel Ruíz Ortega ...

 
 Hace algunas semanas se publicó Antología personal (Punto de lectura, 2012), de Fernando Ampuero. A propósito de esta publicación, comparto este artículo de Gabriel Ruíz Ortega.
Fuente: La fortaleza de la soledad
Algo de experiencia tengo en estos negocios de las antologías. En realidad no es para nada difícil, solo hay que conocer bien el universo del cual quieres llevar a cabo tu escogencia. Y claro, es necesaria una distancia, una mirada fría con respecto del material que vas a trabajar.  Aunque también hay que desahuevarse y dejar de lado los amiguismos y las vendetas personales.
¿Pero qué ocurre cuando un autor tiene que seleccionar su propia obra? En este caso, los parámetros mencionados en el párrafo anterior se van a tacho. No hay distancia, queda de lado la objetividad. Se hace la criba desde el terreno del sentimentalismo, hasta se llega a creer que todo lo que se ha escrito es maravilloso. Entonces el autor debe atenerse a las consecuencias de su ego y terquedad.
En tiempo record llegó a mis manos Antología personal (Punto de Lectura, 2012) de Fernando Ampuero. Cuentos. Poemas. Prosas. A secas.
Conozco bien la narrativa de este autor, a quien, dicho sea, le está yendo mejor, como escritor, desde que dejó El Comercio. Y la opinión favorable que tenía de su obra se ha reforzado considerablemente. Pero siento algo de desazón, puesto que debió asesorarse, dejar que sea otro quien realice el filtro. Claro, se dirá que si eso pasaba, el libro ya no sería una antología personal. Pero eso a quién diablos le importa. Todo vale en pos de antologías redondas, y con mayor razón cuando son personales.
Ampuero acierta en la sección Cuentos. Aquí nos topamos con cumbres de la cuentística peruana contemporánea, como “Taxi Driver sin Robert De Niro”, “Malos modales”, “Voces”, Bicho raro”, “Kim Novak en París” y “La aventura”. Pero también leemos uno muy sobredimensionado. “El departamento”. Buena historia, pésimo tratamiento. Pero en fin. No es culpa suya, sino del crítico Gustavo Faverón, que lo incluyo, rescatándolo de un número de Caretas de los ochenta, en su antología sobre la violencia política Toda la sangre. Nuestro autor salvó al cuento de la guadaña porque ya es parte de una antología importante, quizá la mejor que se publicó en la década anterior.
Las secciones Relatos y Artículos pudieron formar una sola. Es casi perfecta. Y lo es no por la alternancia de textos flojos, sino omisión de algunos que no sé por qué no integran el volumen. Pienso en “La teoría de la malagua. Narradores peruanos de fin de siglo”.
En ambas secciones es posible detectar una mirada distinta, un humor fino y a la vez callejero, capaz de elevar tópicos en apariencia remanidos. Gracias a su pluma adquieren otra tonalidad, ajena a la fugacidad de la escritura periodística. Al respecto, hasta sus más acérrimos detractores estarán de acuerdo con este servidor.
Definitivamente, Ampuero tiene muchos amigos y amigas. Y entre ellos algún que otro escritor y varias lectoras empedernidas y serias… Por eso me atrevo a especular, es lo que me queda para intentar explicarme la justificación de la sección Poemas. O sea, ninguno de ellos ha sido capaz de decirle que no es poeta. Si le hubieran dicho que es un mal poeta, sería excesivo, porque estaríamos aceptándolo como vate. Y no, pues. Así no se juega…
Por cierto, en la contratapa del libro figura un párrafo de Washington Delgado sobre el Ampuero poeta : “Ampuero es un poeta extremado y original”.
Sin comentarios, Delgado se pasó de generoso.
Yo no soy amigo de Ampuero, pero me consta su buen talante para las críticas, e imagino que aún más para con la verdad. En tal sentido, querido Fernando, no eres poeta. Lo tuyo ha sido, es y será la Narrativa.

jueves, 28 de junio de 2012

Cinco años de "Generación Cochebomba", de Martín Roldán Ruiz ...





Este texto, de autoría de Gabriel Ruiz Ortega, fue leído en la Casa de la Literatura Peruana por los 5 años de la publicación de Generación Cochebomba, novela escrita por Martín Roldán Ruiz.

FUENTE: LaFortalezaDeLaSoledad


Lo mejor es empezar por las verdades contundentes: Generación Cochebomba, de Martín Roldán Ruiz, quedará como una de las novelas más ambiciosas y logradas del decenio 2000 – 2010. Novela coral y sucia a la vez. Novela de historia e historias. Novela de sensibilidad honesta, de esas que aparecen, y eso, cada generación.
Antes de escribir estas líneas, me preguntaba por las circunstancias que rodearon su publicación. Al respecto debo decir que Martín es mi amigo, pero no tengo la más mínima idea de cómo fue su proceso de edición, lo que sé es que la editó él mismo. Es que seamos francos, conozco pocos casos de novelas, o libros en general, que se hayan abierto paso por sí solos. Ni Martín ni su novela recibieron la ayuda tan característica de la “otra literatura”, la de los contactos en prensa, el amiguismo del crítico y la mención, previa evacuación en el baño, de renombrados narradores locales durante una cena.
En los últimos años se ha venido diciendo que la narrativa peruana debía encontrar nuevos cauces temáticos y estilísticos. Se pensaba que ya se había dicho todo con el realismo y sus variantes, que genuinas obras maestras entregó a la tradición narrativa peruana. Era hora pues de virar el discurso, de nutrirse de autores referentes de otras tradiciones y rescatando a los peruanos que habían desarrollado una poética a contracorriente del imperante realismo. Por un tiempo escuchaba a las nuevas voces referirse a Martín Adán (La casa de cartón), Gastón Fernández, José B. Adolph, Iván Thays, Clemente Palma como influencias patentes y latentes. Leía los textos de aquellos plumíferos y me resultaba evidente que estábamos en una etapa de búsqueda, en pos de una afirmación con la que no se debía fallar. Hubo buenos saludos, y claro, algunos exagerados. Más de uno pensó que el realismo había llegado a su final, y éramos testigos de lo que podría ser la germinación de una nueva vertiente narrativa, a la que tendríamos que soportar un lustro, por lo menos. Y así fue…
Una gran novela realista urbana, publicada a mediados de los noventa, fue, sin duda alguna, Al final de la calle, de Óscar Malca. Obviamente, consignar este título demandó de este escriba una fugaz criba en su memoria. En los noventa muchos se lanzaron a publicar libros insertados en el realismo sucio, los cuales no pocos eran deleznables y el hecho que haya sobrevivido solo uno, dice mucho, pues quedó el que debió, y encomiendo a los lectores a leerlo y desprejuiciarse desde ya, puesto que el realismo sucio, o el realismo, sí tuvo algo que decir, y en lo único que quedó, se dijo mucho. Ahora, a inicios de la década pasada tuvimos la aparición de la última novela de la calle y el rock, la hoy novela de culto Nuestros años salvajes de Carlos Torres Rotondo. Con ella, más de uno le puso un gran punto final al realismo escrito por los entonces escritores jóvenes.
Cuando creíamos que el realismo, realismo sucio, realismo urbano, o cómo diablos quiera llamársele, había muerto, se publicó Generación Cochebomba. Todavía recuerdo la noche que leí la novela. El poeta Armando Alzamora me había hablado de ella. “La tienes que leer, Brother”. Y fue el mismo Armando quien me presentó a Martín en De Grot (ex Negro Negro), una noche de abril de 2008. Aquella vez se me entregaron la novela y al llegar a casa empecé a leerla. Me gustó mucho su lectura, se sentía el fuego de la prosa y un trabajo estructural valioso que pocas veces he visto en autor debutante. En los meses siguientes llegué a dedicarle al libro más de un post en La fortaleza de la soledad, mi blog. Y en esto no tiene nada que ver que Martín sea uno de los líderes centrales del Comando Sur de Alianza Lima, tal y como algunos payasos decían por ahí.
Hace un momento dije algunas palabras sobre lo que deberíamos llamar La otra literatura. Como dije, Generación Cochebomba no necesitó de esa otra manera de sacar adelante una carrera creativa. Esta novela me ha brindado la posibilidad de experimentar lo que es la justicia literaria. He sido testigo de la mejor prensa y difusión que un autor puede anhelar: la del reconocimiento del lector de a pie, del boca a boca que hizo que esta publicación sea considerada uno de los puntos mayores del realismo en la tradición narrativa peruana. Estamos, señores, ante un clásico contemporáneo, y sin necesidad de las recomendaciones de Mario Montalbetti, Julio Ortega y Mirko Lauer, a quienes debemos los mayores desaciertos sobre autores peruanos en los últimos años.
Ahora. ¿En qué radica la vigencia de Generación Cochebomba? He pensando en una posible respuesta que haga el amago de acercarnos a su lozanía y vigor proyectivo. No puedo decir que sea el lenguaje, en absoluto. El estilo de nuestro autor deviene en funcional, no es protagonista, como sí en otras novelas y cuentarios que aparecieron en el año de su publicación. La novela que hoy celebramos no pudo erigirse debido a una elasticidad estilística, de haber sido estaríamos ante una mariconada percibida como posera y llevada a puerto desde la distancia, delatada desde las primeras líneas por su axiomática falsedad. Aquí nos topamos con un destilo duro y más de las veces conciso, creando de esta manera un aliento poético fiel al mundo que quiere representar: la de una generación de muchachos perdidos, indecisos en cuanto al derrotero a seguir en sus vidas, llenos de rebeldía y seguidores de un anarquismo drogo característico de la época.
Imagino que Martín es uno y todos los personajes. Y no es lugar común decirlo. Creo que más de uno de los presentes se ha sentido más que identificado con las varias sensibilidades plasmadas en estas páginas. He pensando en qué radica la contundencia de estas múltiples configuraciones. No es novedad que nuestro autor fue un actor estelar y también de reparto de las correrías diurnas y nocturnas que nos presenta Generación Cochebomba, y es en este detalle en donde descansa la fuerza nutricia de la novela. Generación Cochebomba fue escrita desde la cercanía y la distancia. La cercanía porque Martín conocía el mundo del que iba a escribir, de la distancia porque no se adentró en la empresa bajo el imperio tramposo de la inmediatez acicateada por el entusiasmo. ¿Qué quiere decir esto? Fácil: la madurez narrativa que se ve en Generación Cochebomba es hija de su madurez personal.
No es necesario haber sido parte de los ochenta para tener conocimiento de causa de lo que Martín nos cuenta; no es necesario imaginar si hubiéramos tenido que decidir entre Sendero Luminoso, la delincuencia y el rock. No tiene sentido lamentarnos. Solo basta acercarnos a estas páginas y vivir esas vicisitudes en la experiencia de la palabra, experiencia deparada por los genuinos escritores de raza.
Muchas gracias.

Congreso internacional César Vallejo, Trilce y la vanguardia internacional ...

Entrevista a Ricardo Sumalavia ...



Ricardo Sumalavia estuvo de paso por Lima para presentar su más reciente novela : Mientras huya el cuerpo. Aquí una entrevista de Carlos Sotomayor.


FUENTE: LetraCapital


 




Ricardo Sumalavia, quien radica desde hace varios años en la ciudad de Burdeos (Francia), estuvo de paso por Lima para presentar Mientras huya el cuerpo (Estruendomudo, 2012). Se trata de una estupenda novela que nos revela la manera como se va construyendo un relato policial.
Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR
Se suele decir que una novela surge a partir de una una idea o imagen inicial, es ese sentido, cuál fue el disparador de Mientras huya el cuerpo.
Si he de partir de una imagen, creo que sin duda te diría la de un hombre atado a una silla. A partir de esta se pueden decir y escribir muchas cosas. Surgen muchas preguntas. Luego la presencia de un detective, y que fuera justamente él el hombre atado a esa silla, vino de una manera natural. Desde ya empezaba con el héroe en problemas, solo, en medio de una habitación abandonada, aguardando que alguien más, o nadie, decidiera su destino. De aquí la madeja va sola, para atrás y para adelante. A este sujeto se le iba la vida, su materialidad, su realidad, y con él la memoria de los otros. Yo tuve una necesidad de hablar de esos instantes, de hurgar en ellos, y así va apareciendo una investigación, policial de un lado, vinculado con el Perú de fines de los noventa, y otra en un sentido más amplio, analizando incluso las fichas antes de moverlas.
¿En qué momento y cómo decides la estructura que finalmente tiene la novela?
Como sabes, la novela, luego del cuento policial que le da inicio, es una suma de fragmentos que buscan dar una explicación a cada elemento de ese cuento. Esto me llevaba a cierto caos, pues la novela también tiene como principio la dispersión, dejarme llevar libremente para encontrar la motivación última, a veces intelectual, otras íntima, personal, de cada pasaje. Por esa razón, después de todo ese rastreo, que pasa desde mis años de infancia en Barrios Altos, mis lecturas, mi formación como escritor, mi vida fuera del Perú, crímenes de mujeres apuñaladas en diferentes épocas, etc., se impuso la necesidad de darle una aparente coherencia, y que mejor que hacerlo desde el propio caos. De allí ese final como un torbellino.
Si bien tiene elementos de la novela policial, Mientras huya el cuerpo explora otras cosas.
El género policial me ofrecía varias estretagias narrativas que se ajustaban bien a lo que quería contar. Claro, me aprovecho de este género como de tantos otros; como me aprovecho también de mi experiencia con el microcuento. En este caso el policial como base me permitía una dosis de reflexión sobre lo que pasó en el Perú en las dos últimas décadas. Por supuesto, es ante todo una reflexión para mí. No pretendo explicarle nada a nadie. En todo caso, comparto todas mis dudas, mis cuestionamientos sobre un periodo que quizás no entendí como se debiera. En este sentido, esta novela es un ajuste de cuentas conmigo mismo. Me lo debía. Y eche mano de lo que conocía. Yo pasé muchos años escribiendo sobre el policial latinoamericano, leyendo estos libros con mucho placer; por eso, sabiendo que mi estilo no encaja exactamente con todas estas reglas del género policial –como en las de ningún otro género, creo-, me serví incluso de su teoría. Bueno, y trato de darle una vuelta a la retórica de ese género para hacer algo más personal.
Apolo tiene de Apolinario; sin embargo, también tiene de ti, del autor. Como Flaubert, ¿de alguna manera tú eres Apolo y los demás personajes?
Es innegable que las nociones de identidad están en crisis, y esto no tiene por qué ser negativo, ni reciente. Creo que nos cuesta cada vez más fijar las coordenadas para saber quiénes somos y dónde estamos. Por esa razón, siempre me atrajo la idea de una construcción de la identidad a través de las palabras, que seas tu propia voz, o la voz, o las voces, que vas asumiendo en la escritura. Esto ya lo planteé en mi anterior novela, Que la tierra te sea leve. La idea de esas identidades mutantes que son una y todas a la vez. Y esta novela, Mientras huya el cuerpo, pasa lo mismo. Soy Apolo, Apolinario y cada uno de los personajes. Y cuando hablo explicitamente de mí, estoy también hablando de ellos.
En la novela hay una suerte de homenaje a Javier Sologuren, aunque no se le mencione.
Sí, aunque no tuve la suerte de tratarlo demasiado, pude visitarlo durante un periodo, mientras realizábamos una edición de cuentos japoneses que él había traducido. Lo visitaba en su casa y me contaba cosas maravillosas, como una de las que cuento en la novela. A mí siempre me interesó su labor de poeta, traductor, editor, la de un hombre de letras total.
Carlos Calderón Fajardo decía en la presentación que éste era tu libro donde el Perú estaba más presente. ¿El estar varios años fuera influye de alguna manera en esto?
En mi caso sí. La distancia me refrescó la memoria. Permitió que pudiera verme y redescubrirme en distintos momentos de mi pasado. Y en esta dinámica de reconocimientos, ver el Perú y hablar de él, que en realidad es ver y hablar del Perú que me tocó, muchísimo más localizado e íntimo, también correspondía para lo que yo quise contar. Hablar de Apolo y Apolinario es imposible sin un referente más amplio, así me los tenga que inventar completamente.

domingo, 24 de junio de 2012

"Matagente", de Rodolfo Ybarra

 


Punto de venta: Librería Inestable, Porta 185 - Miraflores.
 

Entrevista : "Cien mil veces Mario Bellatin".





Bellatin acaba de publicar, en España, una nueva novela: El libro uruguayo de los muertos ( Sexto piso). Aquí una más que interesante entrevista de Pablo del Llano.

 FUENTE: Elpais.com

Si el Mario Bellatin real se correspondiese con el Mario Bellatin que narra sus novelas en primera persona, esto no sería una entrevista para un suplemento cultural, sino una entrevista clínica. De acuerdo con las características que se atribuye en El libro uruguayo de los muertos, su última obra, recién editada por Sexto Piso, estaríamos ante un hombre tarado por haber crecido en una familia “malvada, funesta, miserable”, en la que su madre recogía hormigas por la mañana para dárselas a sus hijos de desayuno y donde abundaba la deformidad: por ejemplo, una hermana “que en lugar de boca tenía una especie de trompa como la de un elefante”, o un abuelo diabético, con una pierna y un brazo amputados, que a veces hablaba a solas con una foto de Mussolini colgada en el lugar principal de la casa.
Mario Bellatin sería un cleptómano de plumas Inoxcrom aquejado al mismo tiempo de “grafofobia”, y a unos metros del sofá en el que atiende esta entrevista, en su espartano hogar de Ciudad de México, habría un esqueleto llamado Agapito enterrado debajo de la plancha de cemento de la cocina.
—No pongas ahí “viene de una familia facchista” —dice con la pronunciación que debió de aprender en su familia real, de origen italiano.
—Pero es lo que pone en su libro.
—¿El libro dice así, una familia facchista, y que al abuelo lo cortaron en pedazos y todo eso? ¿Es muy fuerte, no?... Hay algo de mentira. Es verdad, pero es mentira.
A Mario Bellatin le gusta difuminar la línea entre su universo literario y el mundo cotidiano, y su propia apariencia —“mi estricto uniforme”, le llama— tiene elementos de personaje ficticio. La cabeza rapada. Una túnica negra combinada con pantalones negros y con unas aparatosas botas del mismo color que parecen más acordes a un punki londinense de los setenta que a un escritor mexicano de 52 años. Y envuelto en la manga derecha de la túnica, un antebrazo ausente desde su nacimiento que antes solía completar con una prótesis metálica con pinzas que le daba un aspecto a medio camino entre un monje y un ciborg.

 Según cuenta en El gran vidrio (Anagrama, 2006) y en El libro uruguayo de los muertos, sea una verdad afirmada dos veces o una mentira repetida, en un viaje por la India terminó arrojando esa prótesis entre los cadáveres flotantes del río Ganges.


Cuando se le pregunta por la veracidad de todas esas rarezas con que dibuja su figura en sus libros, Bellatin suele responder con un comprensivo pero indiferente “no importa, eso no importa”. Explica que todos esos elementos autorreferenciales, así como los temas recurrentes de su escritura, como la enfermedad, la deformidad de los cuerpos o la presencia de la muerte —que fabuló en una truculenta novelita de 1994 llamada Salón de belleza, una parábola implícita de la expansión del VIH en aquella época—, son pretextos para atraer al lector a un mundo diferente. “Yo quiero lograr transitar por una realidad paralela a la cotidiana”, dice, “y que el lector se salga del mundo real y entre a este universo que no es el mundo de todos los días, deslavado y aburrido”.
Mario Bellatin se levanta del sofá y vuelve con un cuadernillo titulado Las dos Fridas, una biografía de la pintora mexicana Frida Kahlo que le encargó una entidad pública para distribuir entre escolares. Lo abre y señala una fotografía. “¿Tú crees que esta es Frida Kahlo o no?”, pregunta. La mujer de la imagen, en efecto, con sus abalorios, su ropa colorida, su moño y sus dos cejas en una, se parece mucho a Frida Kahlo.
“Pero no es. Sabes que no es, ¿verdad?”. La señora de la foto es una comerciante de un pueblo rural a la que Bellatin fue a retratar para escribir su libro para estudiantes y que no tiene más que vagas referencias de quién fue su histórica compatriota. “Sí, ¿pero es Frida Kahlo, no?”, suelta a contrapié el escritor. “Todo esto es verdad. Esta mujer existe, no la disfracé, no le pagué. Esta mujer es la verdadera Frida Kahlo. Es la mujer que Frida Kahlo siempre quiso ser y nunca pudo ser. Esta es la original. Frida Kahlo se representaba a sí misma como una comerciante de pueblo que nació después de que Frida Kahlo se murió”.
El escritor sostiene que la pintora fue una impostora, y ciñéndose a su interpretación creativa de lo real se sintió legitimado para realizar un texto escolar que tal vez haya confundido un tanto a sus jóvenes lectores. “¿Has visto sus fotos? Todas estaban armadas, eran perfectas. En todo lo que hacía no había nada de cotidiano, todo estaba dentro de una parafernalia, y yo hice la parafernalia de la parafernalia. Y pienso que si un chico de 17 años de una escuela piensa que la mujer de la foto es la verdadera Frida Kahlo, da exactamente lo mismo. Ella se inventó todo, así como yo me inventé todo también”.
Pasado el mediodía, Mario Bellatin solo ha desayunado un café que ha dejado a medias, pero desarrolla su discurso con energía, mezclando el humor con un fondo conceptual que a veces resulta abstracto. Su perro Perezvón, un ejemplar blanco y negro de border collie con un collar en el que lleva grabado su nombre de andar por casa, Pérez, juguetea por la sala mientras su dueño expone sus ideas.
—Fuera, perro —le ordena.
Por la vivienda circula otra perra llamada Mona, aparentemente hiperactiva, que es propiedad del asistente personal de Bellatin. El escritor cuenta que fue arrojada por una ventana de una casa del centro de la ciudad cuando estaba recién nacida. Los canes son otro elemento común en sus tramas surreales, y ahora protagonizarán un documental que acaba de filmar en Los Ángeles “sobre cómo un grupo de obesos se dedica por diversión a hacer correr a galgos que mantienen después encerrados durante toda la jornada”.
La actividad artística de Bellatin desborda la escritura. Además de ese filme, actualmente está terminando la edición de una ópera que ha filmado con la compositora Marcela Rodríguez en Ciudad Juárez, el lugar más mortífero de México. Dice que es una obra sobre la violencia que trata la violencia a la inversa, sin mostrar una gota de sangre. Está basada en Bola negra, un cuento suyo sobre un entomólogo japonés que se come a sí mismo. Para el coro eligió a chicos y a chicas de Ciudad Juárez “en situación de extrema vulnerabilidad”. Según detalla, en el escenario se proyectan imágenes del muro fronterizo que separa Estados Unidos de México, de las nuevas urbanizaciones de la zona —“con casas abandonadas sin puertas ni ventanas y picaderos de droga”— o de la “miseria humana” que traslucen los talleres de maquiladoras, como se conoce en Latinoamérica a las mujeres que subsisten de la industria manufacturera, en muchas ocasiones sin un contrato formal. Mientras tanto, el coro entona una letra que Bellatin recita en su casa de manera acompasada: “Has-ta-har-tar-se / Con-su-mi-do-por-sí-mismo / De-glu-ti-do-por-sí-mismo...”.


Bola negra es parte del material que mostrará Bellatin en julio en la Documenta de Kassel (Alemania), la exposición quinquenal de arte contemporáneo. Él enfoca el musical como un cuestionamiento del rol social del autor. Bellatin está en contra del esquema “binario” del escritor como un individuo con dos opciones, usar su obra como un medio para denunciar injusticias o ser un ente puro que crea de espaldas al mundo. “Estoy de acuerdo en que la literatura es un mecanismo de cambio, pero no en el sentido de una inmediatez coyuntural, como si el texto fuese un instrumento que no se puede sostener por sí mismo, sin su contexto”.
Ya en sus inicios, según cuenta, su heterodoxia se dio de frente con otra división de categorías en la que sus propuestas no encontraban acomodo: la separación de los escritores latinoamericanos entre autores internacionales como Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa o Carlos Fuentes y otra corriente de compromiso social regionalista. “Para las cosas que yo trataba de hacer usaban términos envenenados, como kafkiano”, recuerda. “Y yo con 18 años pensaba, guau, puta madre, kafkiano, pero en realidad me estaban diciendo ‘Muy bien, hijito; ahora, si quieres ser escritor, haz algo indígena o algo urbano que hable de lo que se tiene que hablar: del dictador, del realismo mágico o del exotismo de Latinoamérica”.
Su carrera se desarrolló fuera de los carriles normales de la escritura, orientación que aplicó para los demás en la Escuela Dinámica de Escritores de Ciudad de México, que fundó a principios de los 2000 y dirigió desde entonces hasta que la cerró hace tres años —aunque piensa reabrirla en septiembre—. La primera regla para los aspirantes a escritores era que en la escuela estaba prohibido escribir. Él hizo algo similar cuando comenzó. Estudió Filosofía en Lima (Perú), donde vivió desde los cuatro años, y a mediados de los ochenta se pasó dos años en la Escuela de Cine de San Antonio de los Baños, en Cuba. En ambos periodos se dedicó simplemente a “observar”, con el propósito transversal de hacerse con herramientas para la escritura. Finalmente regresó al país de donde nunca quiso salir, México, y completó el triple salto con tirabuzón: hacerse adepto a una comunidad sufí, una rama mística del islam.
Después de unas tres horas de conversación sobre la mentira, la verdad, el arte y los entomólogos japoneses que se engullen a sí mismos, con la media taza de café ya en el recuerdo, Bellatin, agotado y hambriento, hace un esfuerzo no del todo exitoso por dar a entender su relación con el sufismo a un periodista con una capacidad de comprensión cada vez más obtusa: “El sufismo me enseñó que todo es un todo”, arranca el escritor; “que todo forma parte de lo mismo”, repite; “que vivimos en tiempos paralelos”, dice escalando grados ontológicos; “que no hay avance, que hay circularidad, paralelismos”, continúa hasta hacer una afirmación terminante: “Que todo el tiempo, los vivos y los muertos vivimos en tiempos simultáneos, en el instante”. Se detiene un momento, se disculpa por estar “un poco descerebrado” por el cansancio y finaliza con unas palabras que tampoco cuadran en la cabeza del interlocutor: “Y ese mismo instante es lo que busca el derviche girador”.
Bellatin se considera sufí y cumple con su estética austera. El mobiliario de su hogar es tan esquemático que la casa parece casi deshabitada, o habitada por un fantasma, como dice el escritor que se siente en ocasiones. Siempre lleva su uniforme negro, y conduce un coche negro sin cambio automático ni dirección asistida, cosa meritoria teniendo en cuenta que solo dispone de un brazo. El principal foco decorativo de la sala es un minúsculo cuadro con un derviche —un bailarín sufí— congelado en un instante del giro permanente en que consiste la danza ritual de esta religión.
Esa pared, como todas las demás de la sala y del estudio, estarán cubiertas pronto por enormes estanterías en las que piensa distribuir Los cien mil libros de Mario Bellatin, una obra que también presentará en la Documenta. Se trata de otro proyecto a medio camino entre la literatura y el arte conceptual, consistente en la edición de cien libros suyos en un formato mínimo y con una tirada de 1.000 ejemplares cada uno. Los comercializará por su cuenta, sin pasar por las librerías, intercambiándolos directamente con los compradores “por un cigarro o por 1.000 pesos, dependiendo de mi estado de ánimo”. De momento ha publicado seis, y calcula que con todo lo que ha escrito durante su carrera ya tiene material para 52. “A partir de ahora quiero seguir escribiendo para llegar a 100. Pero igual me muero antes, no importa. Lo importante es que el hecho de que aquí haya 100.000 libros o no haya nada solamente depende de un deseo, y nada objetivo, externo a ti mismo, se puede interponer a ese deseo”.
Como el derviche que gira en un movimiento eterno, lo único que desean el hermano de la chica elefante, el ladrón de bolígrafos, el hijo de la cocinera de hormigas y el dueño del perro Perezvón es que Mario Bellatin permanezca siempre escribiendo.

El libro uruguayo de los muertos. Mario Bellatin. Sexto Piso. Madrid, 2012. 280 páginas. 16 euros.

sábado, 9 de junio de 2012

Encuentro Internacional de Cantautores Dándole Cuerda ...



 



NOTA DE PRENSA
Encuentro internacional de cantautores Dándole Cuerda - Lima 2012
LIMA REÚNE POR UNA NOCHE LA MÚSICA LATINOAMERICANA EN ÚNICO CONCIERTO
  
(Lima, 5 de junio del 2012) Este año Perú será el anfitrión del II Encuentro internacional de cantautores “Dándole Cuerda”, evento que se celebrará este 30 de junio bajo el marco del auditorio del Colegio de Jesús en Pueblo Libre (Av. Brasil 2470), iniciativa organizada por la Asociación cultural Dándole Cuerda en colaboración con AYNE Perú y WetSound & Video.
Se contará con la presencia de artistas de diferentes partes del continente como Alejo García de Colombia, quien fuera escogido como cantautor del año con su disco “Interior”; Vicencio Navarro, importante cantautor chileno que se ha presentado en los más importantes escenarios de la trova mundial; la participación nacional estará encabezada por Enrique Mesías, ganador del premio “Cantera” organizado por la escuela de música de la Pontifica Universidad Católica.
El proyecto “Dándole Cuerda”, concebido inicialmente en Perú, fue acogido por cantautores de Chile, Bolivia, Ecuador y Colombia. En julio del año pasado, se organizó el I encuentro internacional “Dándole Cuerda” en la ciudad de Santiago de Chile. El colectivo tiene como objetivo a largo plazo, integrar a más cantautores de diversos países hermanos y organizar un circuito de recitales “Dándole Cuerda” en toda América. Les alienta el deseo de combatir los prejuicios patrioteros y la construcción de una patria mayor.
La hora prevista para el concierto será a las 7pm y la entrada podrá ser adquirida al precio de 20 soles en la boletería o previamente al correo dandolecuerda@wetsoundvideo.com, cantidad por la que se podrá escuchar además a los cantautores nacionales Javier Lazo, Omar Camino, Cesar Gino Córdova y Oscar García; al boliviano Raul Ybarnegaray; así como a los chilenos Rodrigo Cáceres y Cecilia Concha.
Agradeceremos su gentil difusión.
Mayor Información :                
Wilder Trujillo Cabrera RPC 993687303 RPM 995520269
Email: wtrujillo@wetsoundvideo.com
 

Entrevista a Siu Kam Wen





A propósito de la presentación de su nueva novela, El verano largo, Siu Kam Wen fue entrevistado por Carlos Sotomayor.

Fuente: Letra Capital

Siu Kam Wen estuvo de paso nuevamente en Lima. En esta ocasión, entre otras cosas, para presentar su más reciente novela El verano largo (Editorial Casatomada, 2012), inspirada en una historia de amor que vivió su autor en la juventud.
Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR
¿Cómo surge El verano largo?
La novela está inspirada en algo que efectivamente pasó. Hace como tres años regresé a Lima para presentar El tramo final y La vida no es una tómbola. Y me hicieron un buen número de entrevistas, algunas de ellas aparecieron en periódicos y otras, en revistas. Después de tres meses, cuando ya me encontraba de retorno en Hawaii, me llegó un email de alguien que había conocido hace 38 años y que fue mi primer amor. Ella me había reconocido en una entrevista que me hicieron en la revista Caretas.
También se puede leer como una travesía al pasado, a la época de tu juventud.
Sí. Tiene dos partes. La primera es un viaje al pasado, exactamente al año 1971. Ese año ingresé a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y fui al ciclo básico. Eso era un programa nuevo que reunía a todos los ingresantes de diversas facultades. Y en esa época conocí a una chica que yo pensé que tenía 18, pero en realidad tenía 16.
Es también un homenaje a la amistad. En ese ciclo básico tú conoces entre otros al también escritor Cronwell Jara…
Bueno, Cronwell me tomó confianza. Me dio a revisar “Montacerdos”, el manuscrito. Yo fui el primer lector, o por lo menos uno de los primeros, de su cuento  “Montacerdos”. También conocí a Mario Choy. Nos decían bohemios, porque llegábamos a las 11 de la mañana de un domingo y regresábamos en la madrugada del lunes.
¿Qué es lo que más recuerdas de esa época?
La época. Casi todas las semanas teníamos mítines, protestas, marchas. Era políticamente muy revuelta, pero también muy interesante. Había algo vivo, había algo pujante. En esa época había empezado la reforma agraria y la reforma social. Finalmente, todas esas reformas se vinieron abajo, no resultaron. Yo no creo que haya habido otra época similar en la historia del Perú. La revolución de Velazco fue un espejismo, pero mientras uno la vivió fue la mejor experiencia…
¿Por los ideales?
Sí, por los ideales…
Ideales que se han perdido…
Sí, y no sólo con el fracaso de la revolución peruana, sino también con la caída del muro de Berlín, con la conversión de China al capitalismo, con el fracaso de la revolución cubana. Ya no hay ese idealismo.
¿Tú eras de izquierda?
Yo era izquierdista, pero después tuve que aceptar la realidad, que la ideología no funciona, que la ideología utópica de Marx o de Engels no funciona. Y he tenido que aceptar esa realidad pragmática.
Sé que Stendhal es muy importante en tu literatura. ¿A qué se debe?
Yo prefiero escribir en forma llana, sin mucho artificio. Y se dice que Stendhal cuando escribió Rojo y negro siempre tenía al lado el Código de Napoleón, que era conciso y claro. Y yo hacía los mismo, sobre mi escritorio tengo Rojo y negro porque si a veces sufro la tentación de ser demasiado florido, releo esa novela.
Escribes en español. ¿Por qué?
Bueno, conozco tres lenguas. He tratado de escribir en inglés. Pero siempre supe que en inglés no iba a ser tan bueno como en español. Y ya me he olvidad del chino escrito; lo puedo hablar, pero escribir una novela no, tal vez alguna carta.
¿Cómo es tu relación con el Perú? Te lo pregunto porque tú naces en China, vienes aquí de niño y te quedas hasta que por razones de no conseguir trabajo terminas yéndote a Hawaii donde has pasado la mayor parte de tu vida. Pero siempre vuelves al Perú.
Bueno, como escritor siempre vuelvo al Perú porque mis años de formación (parte de mi infancia, mi adolescencia y mi juventud temprana) se vivió en Lima. Esos fueron los años que me han marcado de un modo u otro. Sin el Perú no hubiera llegado a ser escritor. Si me hubiera quedado en China me hubiera convertido en un campesino ignorante. Y si me hubiera quedado en Hong Kong me hubiera convertido en un tipo superficial.

jueves, 17 de mayo de 2012

María Kodama, viuda de Jorge Luis Borges.


Marñia Kodama, viuda de Borges, está en Lima para la inauguración de El Atlas de Borges. Aquí una entrevista de Pedro Escribano para La República.


FUENTE: La República


La viuda del escritor argentino llegó a Lima para inaugurar hoy El Atlas de Borges en la Universidad de Lima. En la siguiente entrevista repasa aspectos humanos del autor, a quien también se recuerda por no haber recibido el Nobel.
Pedro Escribano
¿Jorge Luis Borges era un aficionado viajero?
Sí, le encantaba viajar. Le gustaba mucho cambiar de lugares, sentir otros aromas, otros idiomas. Eso le encantaba.
¿Su ceguera no era un impedimento para disfrutar el lugar a donde llegaba?
No, por supuesto que no; si no no hubiera viajado tanto. Hay que tener en cuenta que él ya había conocido todos esos lugares cuando él veía, cuando era adolescente y vivió en Europa.
Borges también tenía viajes imaginarios. ¿Cómo era Borges cotidiano?, ¿acaso un ser enclaustrado por su ceguera?
No, todo lo contrario. Era una persona muy divertida que hacía la vida muy agradable, muy fácil. No era una persona que se malhumoraba, de mal carácter. Todo lo contrario, era muy vital.
¿Cómo así se organiza esta muestra?, ¿qué orden tiene?
Es un poco como un Atlas, tiene la misión de mostrar los distintos lugares geográficos y momentos de vida de Borges en el mundo. Esta muestra comenzó a raíz de que cuando volvíamos de los viajes nos encontramos con el poeta argentino Alberto Girri y con un profesor y veíamos las fotos. Allí nació la idea de hacer un libro con las fotos mías y con texto que Borges escribiera. Así surgió.
A mí me resulta paradójico, lo digo por curiosidad, en el sentido de que Borges era ciego y esta muestra es visual.
Sí, bueno pero digamos si uno lee la obra de Borges, yo creo que esa es la trampa en la que muchos directores de cine han caído. La obra de Borges es muy visual, debajo de eso está todo el aparato, digamos, de la filosofía, las religiones, las  reflexiones. Pero cuando uno ve la reflexión que hace de las cosas, esa es la trampa para los directores porque dicen “tengo la escena”, pero se les escapa la esencia de esa historia.
¿Borges para los directores de cine resulta inasible?
Él salvaba solo dos películas de las que se han hecho con sus cuentos, la de Rubén Mujica, El hombre de la esquina rosada, y la de Bertolucci, La estrategia de la araña.
Borges para los intelectuales generalmente es un escritor admirado, pero para otros, por sus declaraciones, podía haber resultado antipático.
No, para nada. Él decía que la gente era libre. Nadie es querido por todo el mundo ni odiado por todo el mundo. Siempre uno tiene mitad y mitad. El decía que uno debe vivir con firmeza y no traicionarse a sí mismo.
Muchos pueden pensar que algunas declaraciones las hacía para fastidiar. ¿Era así?
No lo hacía para fastidiar. Eso es lo que la gente quiere hacer creer. No hacía ni decía cosas para fastidiar. En lo que respecta a sus posiciones políticas siempre las sostuvo y era lo que él creía.
¿Y usted cree que ese humor corrosivo le ganó algunas antipatías?
Ah, sí, seguro. Uno, aunque no tenga humor corrosivo, igual tiene antipatías. Eso es inevitable. No podemos pretender que todo el mundo nos quiera, que todo el mundo nos odie. Siempre hay por suerte un equilibrio.
Muchos tenemos una imagen de Borges muy por encima de lo prosaico, ¿qué era lo más terrestre de Borges?
No sé, terrestre en qué sentido?
En el sentido de lo más humano…
Para mí era humano.
Claro, usted lo tenía todos los días. Por eso le decía de la imagen que tenemos de Borges.
Claro, para mí era humano, pero también divino. Yo nunca lo consideré extraterrestre (risas).
Ante una mesa, ¿cuál era su plato preferido?
Arroz con manteca y queso.
¿Comida gaucha?
No, aunque tendremos que decir de gaucho japonés, porque el arroz es típico de los japoneses.
Ah, es influencia suya entonces…
No, no, antes de mí ya le gustaba eso. En eso era muy divertido. Recuerdo una vez que un señor nos llevó al restaurante Maxim’s de París. Allí este señor, divino, que se desvivió porque es un restaurante carísimo, hablaba de vino y elegía potajes y pronto vi que Borges empezó a impacientarse. Cuando eso ocurría, yo me daba cuenta porque las cejas se le empezaban a erizar como chuña.
Entonces yo dije este pobre hombre va a terminar mal, pero en fin, yo no me podía meter. El hombre se desgañitaba diciéndole que este plato o este otro, pero Borges no, decía: “yo quiero arroz, manteca y queso”. El señor, desesperado, le dice “usted está aquí, en el mejor restaurante de París, estamos en el Maxim’s”.
Mire, nosotros teníamos en Buenos Aires un restaurante al que íbamos, era muy pequeño, no sé si aún estará, pero uno de los mozos cazaba jabalíes, y lo divertido es que Borges era jabalí en el horóscopo chino. Entonces, cuando se enteró de eso, le dijo al mozo: “Entonces ya no puedo venir más a este restaurante”. El mozo, horrorizado le dice ¿por qué, maestro? y Borges le responde: “Aquí corro peligro, usted es cazador de jabalíes”. (risas)
¡Borges un jabalí!
En el horóscopo chino es jabalí… No, en realidad es chancho, pero él me decía, jabalí, María, por favor, eso es de mayor dignidad. Pero allá, en París, ante este buen señor dale con que  maestro, este es el mejor restaurante de París. Borges al escuchar eso me pregunta: “María, ¿este no será una sucursal del nuestro de Buenos Aires?”, con lo cuál el señor casi se muere. Y después Borges mira al mozo y le dice: “Yo quiero probar, en el mejor restaurante de París, cómo preparan mi plato preferido: arroz con manteca y queso” (risas).
¿Le molestaba a Borges que lo consideraran una suerte de faro luminoso argentino?
No, él decía, la gente exagera, siempre…
Ah, lo tomaba con modestia…
Sí, era modesto, pero mucha gente dice que no. Pero sí, nunca se creyó…
Pero tampoco nunca se atrevió a escribir novela.
No le gustaban. Me decía un poco en broma que las novelas, de pronto, cuando uno está leyendo, aparecen almohadoncitos, señoras tomando el té. Decía que la novela requiere rellenos. Eso para él era perder el tiempo. Además, él consideraba importante la poesía y el cuento porque era como una flecha disparada al blanco. Buscaba la certeza, la perfección.
¿Y leyó a García Márquez?
Ah, hacía siempre bromas sobre Cien años de soledad. Decía que el título era precioso (risas).
Borges aún tiene inéditos?
Yo tengo un prólogo y un script que le habían pedido. Son totalmente inéditos.
El prólogo sobre qué se refiere?
Es sobre El libro sagrado de los muertos egipcios.
La última, Borges no recibió el Nobel. ¿Cómo lo tomo?
Le encantaba porque, decía, se convertía en el mito escandinavo en lugar de ser un número más en una lista.
“No hablaré más sobre juicios con quienes estropean obra de Borges"
“Ya no hablaré más con la prensa sobre los juicios que tengo con quienes estropean la obra de Borges”, dice.
–Pero ahora usted tiene problemas con el escritor argentino Pablo  Katchadjian, autor de El Aleph engordado.
–Yo no tengo problemas, él es quien tiene problemas y los va a tener serios.
–¿Ha hecho un remake?
–O sea, yo tomo tu obra sin pedirte autorización, la copio y agrego cosas en el medio para “engordarla”, yo te pregunto, ¿dejarías que eso fluya así? Bueno, tú estás vivo y puedes aceptarlo o no. No es el caso de Borges, que ya no está. Ocurre que todo el mundo trata de alcanzar notoriedad y fama trepando el nombre de Borges de cualquier manera.
–Pero Borges hacía remakes también, tiene Pierre Menard, el autor del Quijote.
–Esa es otra historia. Primero, Cervantes está en el dominio público hace 500 años. Segundo, yo invitaría que lean a Julia Kristeva y HaroldBloom y entiendan que es intertextualidad para que no digan que ese mamarracho es intertextualidad.
–Borges hacía ficciones con otras ficciones.
–Lógico, pero con obras de dominio público es legal. Sin embargo cuando no es así tienes que pedir permiso, hablar con quien tiene los derechos.

sábado, 21 de abril de 2012

Entrevista a la poeta Rossella di Paolo ...


                                   

 Fuente : Lima en escena


 -Sabemos que prepara un nuevo libro…-Sí.
¿En qué fase se encuentra su nuevo libro?- El libro está en la fase de cierre. Estoy en plena selección de poemas, lo que es complicado por el abundante material que tengo en estos momentos.
-¿Una selección difícil?-Desgarradora, porque desearía poder incorporar todo lo escrito, pero no será así.
-¿Qué plantea esta nueva entrega?-Este nuevo libro es una suerte de homenaje a Herman Melville, un escritor que me fascina. Particularmente me centro en personajes de dos libros suyos: Bartleby (Bartleby, el escribiente de Wall Street) y Ahab (Moby Dick).
¿Qué representan estos personajes para usted?-Me apasiona, por ejemplo, el contraste. Ahab es la desesperación de la voluntad, la acción obsesiva; mientras que Bartleby es un personaje que no hace nada, que se queda mirando una pared.
-¿En algún momento ha pensado incursionar en la narrativa?- No. Escribiendo poesía me siento en casa, lo mío es la poesía. La narrativa implica otra respiración, un movimiento hacia adelante; la poesía da vueltas, va en círculos…
-¿Por qué le seduce la poesía?-Por su capacidad de acercar y alejar el mundo, y el juego y misterio que hay en ello.



-Dedicarse a las labores académicas, ¿la distancia de su labor como poeta?-Lo académico y la poesía van en muchos momentos de la mano. El hecho de enseñar literatura es un estímulo para estar al día con las lecturas, para escuchar a las nuevas voces.
-¿La poesía ha cambiado en estos últimos años?-Por supuesto, la poesía está en permanente movimiento…
-¿Cómo la percibe?-Fresca, contundente. Nosotros en el Perú tenemos una tradición poética poderosa. Tener a Vallejo y Eguren es como tener un par de ángeles de la guarda.
-Sus grandes referentes…- Giuseppe Ungaretti, y aquí en el Perú la tradición es fuertísima, tenemos un lujo de escritores; pienso en Eguren, Vallejo, Moro, Westphalen, Cisneros, Blanca Varela, Eielson, Watanabe…



-Hace unos días se publicó un artículo sobre Vallejo que textualmente decía que “influyó de manera negativa en el subconsciente de los peruanos”…
-Contra ese artículo, me gustó lo que escribió el poeta Abelardo Sánchez León, quien resumió con ironía el signo –espantoso- de nuestros tiempos, en los que se exige que un escritor vaya acorde con “las exigencias del mercado: vender y ser un éxito mediático”.
Sin duda, esa exigencia es disparatada, porque los artistas de verdad viven hacia adentro y no hacia afuera, y no les interesa pegarse la sonrisa con gutapercha, como hacen muchos para poder pasar por el aro en sociedades agobiantemente “exitosas”.
En el artículo que mencionas en tu pregunta se llegaba al extremo de querer enmendarle la plana a Vallejo, forzando unos versos de “Espergesia” hasta una euforia completamente boba, como si ya no hubiese bastante de esa euforia falsa y papanatas en el mundo que nos rodea: en la publicidad, los jingles, los tips de autoayuda, los sermones, las arengas políticas… ¿También necesitan que Vallejo sea uno de esos publicistas que nos chillan que el mundo es una maravilla, y que el error, el sufrimiento, la enfermedad, la muerte solo existen en la cabeza de los loquitos poetas?
-¿No tienen ni idea del valor y la poética de Vallejo?-El valor con el que Vallejo se sumergió en el corazón humano y salió de allí con una de las poéticas más intensas y renovadoras del siglo XX ya quisieran tenerlo los economistas, los financistas, los señores de la bolsa, los banqueros… que viven tan protegiditos tras sus murallas, sus cercos eléctricos, sus agentes de seguridad, sus lunas polarizadas y cabinas climatizadas… y que cuando las papas queman por su propia acción especuladora y angurrienta piden/exigen “rescates” a los gobiernos. ¡Qué fácil! Ellos son los que nos deprimen, no los poetas.