Año del centenario de José María Arguedas

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martes, 3 de noviembre de 2009

Sentido y forma ...el descubrimiento de Melody Mir


Ya lo leyeron en algún otro sitio: Melody Mir (izquierda) es la Señorita España que en cierto concurso de belleza, en Bolivia, declaró a los cuatro vientos, hace unos días, que el descubrimiento de América se produjo en el año 1980.La noticia es tan similar a otras anteriores que no es exagerado verla como parte de un género: a) La ex-miss California Carrie Prejean (abajo, derecha) mostró su descontento con el "same-sex marriage" y defendió, en cambio, la institución del "opposite marriage".b) Una miss Bolivia (última foto), en el 2004, pensó necesario aclarar (aparentemente en tono reivindicatorio) que no todos los bolivianos eran indios, chatos y misios.c) Una candidata a miss Panamá, hace no mucho, nos informó sobre la vida y la obra de Confucio, filósofo "chino, japonés" que "inventó la confusión".d) Una miss South Carolina (más abajo, izquierda), este mismo año, concluyó que muchos americanos no son capaces de ubicar la posición de Estados Unidos sobre el mapa porque... no tienen mapas. e) Una miss Venezuela, hace no muchos años, afirmó que el ser humano lleva solamente veinte siglos sobre la faz de la tierra. (Ok, ese fue Hugo Chávez, pero digamos que el ejemplo no rompe la misma lógica de los anteriores).




En ningún lugar la corrección política genera tantos absurdos como en los concursos de belleza, que siendo nítidamente antitéticos con ella, han decidido sin embargo maquillar su impropiedad adoptando la práctica de preguntar cuestiones de "cultura general" o de actualidad política o social. La intención de los organizadores es, claro está, proponer la borrosa noción de que una chica no ganará un concurso de belleza a menos que quede en evidencia que, además de bonita, armónica, seductora y modélica, es también apolínea o tomista o gnóstica o platónica o, al menos, como dicen, medianamente articulada (lo que en el dialecto oficioso se traduce como "bella por fuera y bella por dentro").En este punto del post, yo debería añadir un sólo párrafo proponiendo que los propietarios de estos concursos hagan una de las siguientes dos cosas:


(a) Que se dejen de venias vacías a la corrección política y asuman que su trabajo es juzgar estructuras óseas, coberturas epidérmicas, masas capilares y pigmentaciones del cristalino, sin detenerse en ejercicios mayéuticos, como si esperaran en verdad descubrir entre sus concursantes a una nueva Simone de Beauvoir, una nueva Marie Curie o una nueva Indira Gandhi, tan despampanante en traje de baño como en traje de noche. (b) Que explosionen, implosionen o se disuelvan en el aire, y contribuyan con ello a desaparecer una tradición que, bien vista, es tan anacrónica como la heráldica, las polainas, el tendido de sombra, el día de la canción criolla, Marco Aurelio Denegri y la calata de Caretas.



En vez de decir todo eso (o a continuación, en vista de que ya lo dije), tomaré el camino largo y en una dirección distinta. Porque sucede que, de manera insospechada, a mí todas estas noticias me han llevado a pensar sobre un tema en apariencia completamente distinto: si es válido elegir como reina en un concurso de belleza a una chica absolutamente hueca e ignorante, esto se debe no a que los jueces hayan renunciado a la idea de encontrar una mujer perfecta en sus circuitos internos y externos, a la vez, sino a que los jueces saben que, después de todo, no están buscando ninguna coherencia de interior y exterior porque la mujer (y el hombre, claro) no es una obra de arte.Porque, creo yo, si Melody Mir, en vez de ser una modelo canaria, fuera una novela de Saramago o de Vila-Matas, o una película de Bigas Luna, o un cuadro de Antoni Tapies, entonces, enconces sí, entonces con toda razón, le exigiríamos que a la total armonía exterior le sumara ese otro rasgo que sería imprescindible y necesario: le pediríamos que no nos dijera idioteces. Y por el contrario, si los jueces de un concurso de estos se ciñeran de verdad a la máxima de la armonía exo/endo, entonces tendrían que aceptar que una mujer con apariencia de torva y despiadada, con pinta de malhadada contumaz, satisfaría el requisito clave si, al abrir la boca, soltara un discurso digno de una borrachera de Jean Genet o una mala amanecida de Louis Ferdinand Celine.


Lo que me lleva, porque así son las tardes de los viernes, colmadas de ociosidad en potencia y en acto, a la siguiente reflexión, mi axioma del día de hoy: mi seguridad de que un magnífico peluquero y un excelente chef y un extraordinario decorador no son artistas se debe al hecho de que al goce de los sentidos que su trabajo puede provocar es casi imposible hallarle un sentido que no sea más o menos trivial, un mensaje que no sea, en el peor de los casos, equivalente a declarar que Colón llegó a América en 1980 (afirmación que tiene, eso sí, el logro de la casi desconcertante originalidad), o, en el mejor de los casos, a la platitude de afirmar que llegó en 1492 (statement cumplidor pero, a estas alturas, opacado por quinientos diecisiete años de repetición). (Quienes conocen mi última monomanía saben que el objetivo final de este post es hacer notar que Gastón Acurio no es un artista, pero no pienso estirar este texto con otro párrafo tan gratuito como todos los anteriores, así que les dejo el alcance de esa conclusión a mis aguerridos lectores).




FUENTE : PUENTEAEREO ( Blog de Gustavo Faverón )


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