Año del centenario de José María Arguedas

Año del centenario de José María Arguedas

lunes, 21 de febrero de 2011

Rezos contra besos...

Fuente : Diario La República

Columna de Jorge Bruce publicada el día de ayer en La República.

REZOS CONTRA BESOS

Acaso debido a la banalidad de las campañas políticas y la escasa o nula credibilidad de las promesas electorales, asuntos como la homofobia han adquirido un creciente protagonismo en el debate público. El incidente de los policías que maltrataron a los gays y lesbianas que se besaban en la Plaza de Armas ha tenido gran repercusión, y no creo que se deba solo al activismo de los LGTB. Esas imágenes filmadas, en donde un gay recibe empellones policiales mientras grita: “¡soy homosexual, no delincuente!” han tocado fibras ahí donde los discursos no alcanzan.

El grado de tolerancia de una sociedad es un indicador certero de su evolución. En esa medida, no es poca cosa que se esté discutiendo abiertamente lo que otrora era tabú en estas comarcas desencontradas con el desarrollo.

Homofobia significa, etimológicamente, miedo a la homosexualidad. Ahora, así como del odio al amor hay un paso, del miedo al odio hay otro. Y como bien dice el vals, “tan solo se odia lo querido”. Es decir, los que más odian son los que más temen y, secretamente, desean. De ahí que últimamente no cesen los destapes respecto de abusos pedófilos y homosexuales –a no confundir– en las organizaciones más represivas de la iglesia católica. En el Perú el caso más reciente ha sido el de Germán Doig, el casi santo de los sodálites.

Sin embargo, lo mismo está ocurriendo en el resto del mundo. En todas las organizaciones que practican el celibato y en particular en las más rígidas, la pulsión homosexual termina por imponerse. Solo que debido a la prohibición, suele hacerlo vía el abuso perverso de poder, aprovechando ese vínculo idealizado que en psicoanálisis se conoce como transferencia. Por eso, cuando veo la imagen de algunos católicos rezando de espaldas a los gays que se besan frente a la catedral de Lima, me pregunto qué demonio están conjurando. Esa escena medieval, en donde un grupo de fieles se arrodillan y proclaman su fe contra lo que consideran un acto contranatura, evoca el célebre verso de Vallejo: “una fe adorable que el destino blasfema”.

Es inútil pretender acallar con oraciones el deseo ajeno, pero más inútil aún es hacerlo con el propio. Ni los rezos ni los golpes sirven contra la fuerza del deseo: esa es una lección que las sociedades civilizadas han aprendido hace décadas. En cambio los estados totalitarios como El Vaticano, Libia o Cuba se aferran a su intolerancia mediante la violencia física o moral.

La lucha de los gays por ser reconocidos ayuda a la causa de todas las demás discriminaciones que hacen de nuestro país un lugar atrasado e injusto; así lo ven tres corresponsales extranjeros en el Perú (Hildebrandt en sus Trece): los del diario Le Monde, la agencia de noticias EFE y la revista Time. Siempre es útil ver cómo nos ven. Como el racismo, la homofobia es un arma del autoritarismo. No es solo cuestión de derechos: está en juego el modelo de sociedad que queremos. El sojuzgamiento de las minorías no excluye, más bien refuerza el de las mayorías.

¿El Perú avanza? Yo diría que sí, pero no gracias a nuestros gobernantes, sino a la firmeza de quienes se están atreviendo a hacer valer sus derechos. Enhorabuena.

No hay comentarios: